Ayer fue un día excepsional. La única reliquia de la sangre de San Juan Pablo II que viaja estuvo expuesta en mi iglesia. Hiba a estar de 4:00 pm a 5:00 pm, despuès misa y luego de 6:30 pm a 9:00 pm. Llegamos a las 3:30 pm y esperamos en fila afuera de la iglesia hasta que empezaron a dejar entrar gente a la iglesia. Ya dentro y a unas cuantas personas por llegar a la reliquia tuvimos que salirnos de la fila porque ya hiba a comenzar la misa. No sabia que hacer. Mi hermana me dijo que me quedara en misa y ella regresaría a la fila afuera de la iglesia y me guardaría el lugar. Ya en misa lloré porque pensé qu tal vez no alcanzaría a ver la reliquia. Así que hice mi petición a Jesús. A la hora de la comunión viene mi hermana y me dice que cuando termine la comunión me salga. Yo tomé la comunión (en mi boca) y me fui a hincar en mi banca. Platiqué con Jesús. Después que se guardo Jesús Sacramentado en el Sagrario, me persiné y salí. Afuera estaba mi hermana casí al principio de la fila. Al terminar la misa pude oír al Padre dar la bendición y me santigüe. Cuando ya salió la gente de misa nos dejaron entrar, pero ya había gente formada adentro. El Padre dijo que hicieramos nuestras peticiones desde la fila porque solo tendríamos 10 segundos junto a la reliquia. Así que hice mis peticiones a San Juan Pablo II. Al llegar al frente de la fila entregué mi rosario de San Juan Pablo II a la ayudante que se lo dió a la monja que lo tocaría a la reliquía. También le dí el rosario de mi hermana y su medalla de San Benito, los cuales se convirtieron en reliquias de tercera clase al tocar la reliquia. Y por fin era mi turno de estar frente a la reliquia. Me quedé en shock por unos segundos, mi mente en blanco. No podía creer que estaba ahí. La hermana tomó mi mano y la puso sobre la reliquia y dijo "San Juan Pablo II ruega por nosotros", en inglés. Me emocioné tanto que empezé a llorar. Una pecadora como yo tocó a un Santo! Tuvimos que esperar a que yo dejará de llorar para retirarnos de la iglesia. La reliquia era una ampolla de su sangre enmarcada en un evangelio de metal, abierto, imitando al evangelio que fue puesto sobre su ataúd el día de su entierro que el viento continúo abriendo sus páginas. No se, siento que Jesús quizo darme éste regalo para asegurarme que continuare mi camino hacia el cielo con una ayuda más, nada menos que la ayuda de San Juan Pablo II. Gracias y gloria a Dios!
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