miércoles, 23 de mayo de 2018

Extracto - Lumen Gentium - Sobre la Salvación de los no Cristianos






Concilio Vaticano II 
Constitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen gentium”, §16 


    Por último, quienes todavía no recibieron el Evangelio, se ordenan al Pueblo de Dios de diversas maneras. En primer lugar, aquel pueblo que recibió los testamentos y las promesas y del que Cristo nació según la carne (cf. Rm 9,4-5). Por causa de los padres es un pueblo amadísimo en razón de la elección, pues Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación (cf. Rm 11, 28-29). Pero el designio de salvación abarca también a los que reconocen al Creador, entre los cuales están en primer lugar los musulmanes, que, confesando adherirse a la fe de Abraham, adoran con nosotros a un Dios único, misericordioso, que juzgará a los hombres en el día postrero.

    Ni el mismo Dios está lejos de otros que buscan en sombras e imágenes al Dios desconocido, puesto que todos reciben de El la vida, la inspiración y todas las cosas (cf. Hch 17,25-28), y el Salvador quiere que todos los hombres se salven (cf. 1 Tm 2,4). Pues quienes, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna. Y la divina Providencia tampoco niega los auxilios necesarios para la salvación a quienes sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios y se esfuerzan en llevar una vida recta, no sin la gracia de Dios. Cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación del Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que al fin tengan la vida.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Amor Cristiano




El domingo pasado tuve la dicha de escuchar una homilía sobre el amor cristiano.  El sacerdote lo comparó con una vela que se consume mientras da luz y calor a los que están a su alrededor.  Dice el sacerdote, que el amor cristiano da pensando en lo que necesitan los demás sin esperar nada a cambio, como la vela.  Pienso, si vivimos así, consumiéndonos en el amor, no habrá calamidad que nos arrastre, pues viviremos para los demás y no para nosotros mismos.  Agrego el sacerdote, que debemos hacerlo por amor a Dios, que nuestro amor a Dios, a Jesús, al Espíritu Santo, nos debe llevar a amar a los demás como Jesús nos ha amado.  Relató una anécdota de Santa Teresa de Calcuta.  Ella en una ocasión limpió las heridas de un moribundo en compañía de un periodista que estaba haciendo un reportaje sobre ella.  Al terminar él le dijo: "No haría esto ni por todo el oro del mundo."  Ella le contestó: "Yo tampoco, lo hago por amor a Dios."  Y es que si amamos a Jesús seremos capaces de reconocerlo en los demás y amaremos lo que El ama, y El por amor dio la vida por todos nosotros.  Ojala y viviéramos este amor cristiano como nos explicó el sacerdote y como nos dijo buscáramos siempre la felicidad de los demás, seguro que así nuestra propia felicidad sería completa.

Escuchar esta homilía me recordó un canto que cantabamos en el coro:

Amar es entregarse
Olvidandose de si
Buscando lo que al otro
Puede hacer feliz
Buscanco lo que al otro
Puede hacer feliz
Que lindo es vivir para amar
Que grande es tener para dar
Dar alegría y felicidad
Darse uno mismo
Eso es amar
Dar alegría y felicidad
Darse uno mismo
Eso es amar
Amar como a si mismo
Entregarse a los demás
Así no habrá egoísmo
Que no puedas superar
Así no habrá egoísmo
Que no puedas superar
Que lindo es vivir para amar
Que grande es tener para dar
Dar alegría y felicidad
Darse uno mismo
Eso es amar
Dar alegría y felicidad
Darse uno mismo
Eso es amar