Hoy se
celebra el Día de las Madres en México. Y
es verdad que en la Virgen María todos tenemos una madre celestial. Yo no sé que me pasa con María, pero al
pensar en ella se me vienen las lágrimas.
Será que es sinónimo de amiga, de confidente. Recuerdo una vez visitó una iglesia cercana
la Virgen peregrina de San Juan de los Lagos.
En esa ocasión fui con mi madre.
Lloré tanto, le pide tanto. Y a través
de ella Dios me transmitió su amor y su compasión. Y cada 12 de Diciembre pasa lo mismo, es un
llorar casi inexplicable. Ahora que ya
mi madre terrenal se me fue al cielo, es en María en quien encuentro ese amor
maternal, aunque me es difícil contener el llanto cuando le rezo, a menos que
sea el rosario. Recuerdo a unos meses de
la partida de mi madre, tuvimos un rosario enfrente de la imagen de la Virgen
de Guadalupe, a la hora de marcharnos, se me vinieron las lágrimas, no quería partir
de ahí, tenía síntomas de eso que le llaman ansiedad por separación. Lo que me duele es que al querer rezarle con
mis propias palabras casi siempre mi oración se ve interrumpida por el llanto,
y como es de humanos no querer sufrir, nunca termino mi oración. Cuando de recién empezaba a aprender
italiano, me dio mucha alegría entender que el Ave María, no es otra cosa que
un saludo a la Virgen María, y me conforta rezarla siendo que mis propias
palabras se convierten en silencio ante ella.
Recuerdo que de niña ella era el modelo de persona que quería seguir. No creo haber alcanzado mi objetivo, pero es
mi ideal. De niña antes de dormir siempre
rezaba una oración muy conocida que le gustaba mucho a mi mamá, es la
siguiente:
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