martes, 3 de agosto de 2021

San Marcos 2:9-12

 

Este fin de semana empezé la lectura de los evangelios con mi hermana.  Le hize varias preguntas y ella a mi sobre lo que entendiamos del Evangelio.  Lo más sobresaliente fue lo que ella dedujo después de leer lo occurrido con el paralitico al que Jesús perdona sus pecados.  Mi hermana dijo que perdonó sus pecados antes de curarlo de su paralisis porque eso era lo más importante.  Es decir, que la salud de nuestra alma es más importante que nuestro cuerpo.  Sin embargo, al reclamo de los escribas, Jesús responde:   ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate, toma tu camilla y camina"? Para que ustedes sepan que el Hijo de hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados –dijo al paralítico– yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa». El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto nada igual». (San Marcos 2:9-12).  No debemos sin embargo, descuidar nuestra salud, pero es más importante que cuidemos de nuestra alma que es eterna.  Recuerdo haber leído un libro que tenía precisamente ese nombre pero in inglés "Caring of the Soul" o en español, "El Cuidado del Alma".  En éste el escritor hizo un análisis de porque para tener una salud mental óptima es necesario que no descuidemos nuestra alma, es decir, si queremos ser verdaderamente felices, primero tenemos que estar en paz con Dios.  Como dice en otro lugar en la Biblia " En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos" (Filipennses 4:8).  Me recuerda una oración que hago antes de recibir la comunión, es decir el Cuerpo de Nuestro Seños Jesucristo en la Ostia Consagrada:  "Señor, yo no soy digno de que vengas a mi, pero una palabra tuya bastará para sanar mi alma."  "Domine non sum dignus, ut Señor, intres sub tectum meum: sed tantum dic verbo, et sanabitur  anima mea".  Nosotros, como católicos somos afortunados de tener el Sacramento de la Reconciliación.  Si descuidamos nuestra alma, siempre podemos acudir a Jesús misericordioso, que nos espera en el confesionario para sanar nuestra alma.

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