lunes, 20 de julio de 2020

Mis Rosarios



Yo no viajo mucho.  A decir verdad, casi nunca viajo.  En cambio, mis amistades y parientes si lo hacen.  De sus viajes, por asi decirlo, espirituales, me han traído bellos recuerdos en forma de rosarios.  Están entre mis tesoros más preciados.  Poseo rosarios que han llegado hasta mí de lugares de peregrinaje marianos.  Tengo un rosario de la Virgen de Fátima, de Portugal con arena del lugar, otro de la Virgen de Lourdes con agua de Lourdes, de Francia, otro de la Virgen de Guadalupe de la Ciudad de México con una imagen de la Virgen, otro de la Virgen de San Juan de los Lagos con una imagen de la Virgen y otro de el Museo del Vaticano.  Me siento afortunada de ser la destinataria de estos rosarios.  Me parece que el primer rosario que poseí fue el de mi Primera Comunión, aunque me duele confesar que se ha perdido con el tiempo. Cuando era más joven también fui propietaria de un rosario en forma de pulsera con misterios de madera que se ceñían a mi muñeca y me recordaban de rezar el rosario, este fue obsequio de un primo que me lo trajo desde México.  Lastimosamente, es ahora un objeto perdido, pero con el rezé muchas noches y me parece que me salvó de una enfermedad que pudo haber sido más grave.   También tengo denarios que me han obsequiado en distintas fiestas de sacramentos, como bautizos y primeras comuniones.  Cuando los recibo procuro al menos rezar un rosario con ellos.  También poseo un rosario con Aves Marías en forma de corazón que nos obsequio la Presidenta de los Jóvenes Guadalupanos hace ya muchos años.  Y otro que me llegó por correo de San Juan Pablo II.  Tengo otro muy lindo que compré de perlas rosadas.  Y uno en verde, blanco y rojo que siempre utilizo para rezar el rosario en Nochebuena.  Pero el rosario que tiene más tiempo conmigo es un rosario sencillo de plástico que me obsequiaron cuando formaba parte de la Legión de María.  Este rosario me trae bellos recuerdos, pues con él tuve la oportunidad de "enseñar" o llevar la oración del rosario a distintas familias, cuando les llevábamos la Virgen Peregrina.  Hay un canto que aprendí cuando estaba en el coro que dice "cuando era pequeño muy pequeño, recuerdo que siempre junto a mi cama, juntaba las manos y de prisa rezaba, más rezaba como quien amaba, las Aves Marías yo rezaba y siempre omitía unas palabras, no importa dormir sin rezar lo debido, pues está mi corazón contigo.  Ave María de mi Señor, el tiempo pasa y no vuelve atrás, siento nostalgia de aquellos días cuando dormía pensando en ti."  Pasa que por el ajetreo de la vida, o a veces la depresión del encierro,  se me olvida que tenemos una madre que está ahí para confortarnos, para darnos su apoyo.  El rosario es para mi una fuente de paz, de aliento, me gusta rezarlo por mis familiares que se adelantaron en el camino a la eternidad, aunque casi siempre trato de pedir por los distintos problemas que acosan a la humanidad o por peticiones personales.  Tengo un panfleto donde se explican los misterios y es el que me gusta rezar, porque al principio de cada misterio nos indica "el fruto del misterio", entre ellos se encuentran el amor hacia Dios, la gracia de una muerte feliz, la pureza, la pobreza,  la alegría en hallar a Jesús, la confianza en la intercesión de Maria y muchos más.  Estos rosarios, y varias oraciones los conservo dentro de una bolsita de plástico, me parece que no es el mejor espacio para tan preciado tesoro, pero si es el que me recuerda de rezar, porque es cristalino y puedo ver su contenido.  Es de verdad un honor, rezar la oración que salió de los labios de Jesús, seguida por palabras pronunciadas por el Ángel Gabriel y por Santa Isabel a la Virgen María, y tener la humildad y la confianza de pedirle que ruegue por nosotros.  Espero que estos rosarios que han llegado hasta mi, no se queden dentro de la bolsita y sean usados siempre, sobretodo en esta época de pandemia.  Alcemos nuestra a voz a la Santísima Virgen María al tiempo que recordamos la vida de Jesús en esta tierra.

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