lunes, 28 de septiembre de 2015

Práctica de Amar a Jesucristo - Traducción propia del italiano - Capo I


Capo I 
Cuanto merece Jesucristo ser amado por nosotros por el amor que nos ha demostrado en su Pasión.

Toda la perfección y santidad de un alma consiste en amar a Jesucristo, nuestro Dios. Quien me ama a mi, dice Jesús mismo, será amado por mi Padre ipse enim Pater amat vos, quia vos me amastis (Juan 16: 27). Algunos, dice San Francisco de Sales, ponen la perfección en la austeridad de la vida, otros en la oración, otros en la frecuencia de los sacramentos, oltros en las limosnas, pero se engañan, la perfección está en amar a Dios con todo el corazón.  Escribe el apostol: Super omnia... caritatem habete, quod est vinculum perfectionis (Colosenses 3:14) La caridad es aquella que une y conserva todas las virtudes 
 que hacen al hombre perfecto.  Por lo tanto dice San Agustin Ama, et fac quod vis:-ama y haz lo que quieras; porque a un alma que ama a Dios, el mismo amor le enseña a no hacer nada que le ofenda, y a hacer todo lo que le agrada. 


1.  Hombre, dice el Señor, mira que he sido el primero en amarte. Tú no estabas aún en el mundo, el mundo todavia no existía, y yo ya te amaba.  Porque soy Dios, te amo: como me he amado te he amado ahora a ti.  Bien pues tenia razón de responder aquella Santa Virgen Santa Agnes, cuando le heran propuestos esposos de la tierra que le pedian su amor:   Ab alio amatore praeventa sum:- vayanse decía, amantes de éste mundo, y dejen de pretender mi amor, El me ha amado desde la eternidad; por eso tiene razón que le de todos mis afectos, y otros a no amarle.

    Viendo Dios que los hombres se atraen con beneficios, quiere, por medio de sus dones, cautivarlos a su amor.  Por lo tanto dice: In funiculis Adam traham eos, in vinculis caritatis (Oseas 11:4) Quiero atraer a los hombres a amarme con aquellos lazos con los que los hombres se dejan atraer, osea con lazos de amor. A tal punto han sido hechos todos los dones por Dios para el hombre. El, después de haberlo dotado de alma con la potencia a su imagen, de memoria, intelecto y voluntad, y de un cuerpo fornido de sentidos, ha creado para él, el cielo y la tierra y tantas otras cosas, todo por amor al hombre: el cielo, las estrellas, los planetas, los mares, los ríos, fuentes, montes, las llanuras, los metales, las frutas y tantas especies de animales: todas  éstas criaturas a fin de que sirvan al hombre, y el hombre lo ame por gratitud a tantos dones.  Caelum et terra, exclama San Agustin et omnia mihi dicunt ut amem te:- Señor mio, decía, cuuantas cosas veo en la tierra y sobre la tierra, todas me hablan de ti y me exhortan a amarte, porque todas me dicen que por amor mio las has hecho.  El abad Ranze , fundador de la Trappa, cuando en su ermita se paraba a mirar las colinas, las fuentes, los pájaros, las flores, los planetas, los cielos, sentía por cada una de éstas criaturas inflamarse a amar a Dios, que por amor a él has habia creado.

2.   Similarmente, Santa Madgalena de Pazzi, cuando tenía en mano cualquier flor,  se sentía por eso encenderse de amor a Dios y decía "Pues mi Señor ha pensado en mi desde la eternidad a crear ésta flor por amor mio!"  Dónde  ésta flor se convertía en una flecha de amor que dulcemente la hería y la unía más a Dios.  Santa Teresa decía al encuentro, que mirando árboles, fuentes, arroyos, mares ó prados, decía que éstas bellas criaturas le recordaban su ingratitud en amar tan poco al Creador que las ha creado para ser por ella amado.  Contaba a tal propósito que a un devoto solitario, caminando por el campo, le parecía que la hierba y las flores que encontraba lo regañaban por su ingratitud hacia Dios, y él con su bastón las golpea  y les dice: "Callen, callen, ustedes me llaman ingrato, me dicen que Dios ha creado el mundo por mi y que yo no lo amo, pero ya las he entendido, callen, callen, no me regañen más.


3.  Pero Dios no se ha contentado con darnos todas éstas criaturas.  El, por ganarse todo nuestro amor, y junto con eso se dono todo El mismo.  El Eterno Padre juntamente nos donó a su mismo y único Hijo,: Sic enim Deus dilexit mundum ut Filium suum unigenitum daret (Juan 3:16) Viendo el Eterno Padre que estabamos todos muertos y privados de su gracia por causa del pecado, ¿qué hace?   por el amor inmenso, asi, como dice el Apostol, por el mucho amor que tenía, mando a su Hijo a satisfacer por nosotros , y asi ha hacerse aquella vida que el pecado nos habia quitado:  Propter nimiam caritatem suam qua dilexit nos, et cum essemus mortui peccatis convivificavit nos in Christo (Efesios 2:4-5) Y dandonos al Hijo  - no perdonando al Hijo por perdonarnos a nosotros - junto con el hijo nos ha dado cada bien, su gracia, su amor y el paraiso, porque todos estos bienes son ciertamente menores al Hijo: ui etiam proprio Filio suo non pepercit, sed pronobis omnibus tradidit illum, quomodo non etiam cum illo omnia nobis donavit? (Romanos 8:32)

    Y asi también el Hijo por el amor que nos trae, se nos ha dado todo: Dilexit nos et tradidit semetipsum pro nobis (Galatas 2:20). El, por redimirnos de la muerte eterna y por hacernos recuperar la gracia divina y el paraiso perdido, se hace hombre y se viste de carne como nosotros.  Et Verbum caro factum est (Juan 1:14) Y e aqui un Dios que se humilló: Semetipsum exinanivit formam servi accipiens... et habitu inventus ut homo. El Señor se humilla para tomar la condición de siervo, y se somete a todas las miserias que los otros hombres sufren.



4.  Pero lo que más sorprende es que El bien podía salvarnos, sin morir y sin sufrir; pero no, se elije una vida afligida y despereciada, y una muerte amarga y vil, hasta morir en una cruz, cadalso ignominioso destinado a los malehechores: Humiliavit semetipsum, factus obediens usque ad mortem, mortem autem crucis (Filipenses 2:8). Pero ¿por qué, podiendo redimirnos sin sufrir, quiere elejirse la muerte y muerte de cruz? Por demostrarnos el amor que nos tenía: Dilexit nos et tradidit semetipsum pro nobis (Efesiso 5:2) Nos amó y porque nos amaba, se da en mano de dolores, de la ignominia y de la muerte más penosa que haya sufrido algún hombre sobre la tierra.
    Por lo tanto, dice el gran amante de Jesucristo, San Pablo: Caritas... Christi urget nos (2 Corintios 5:14)  y quiere decir el Apostol , que no es tanto el dolor que ha sufrido Jesucriscto, como el amor que nos ha demostrado al morir por nosotros, nos obliga y casi nos forza a amarlo.  Escuchemos lo que dice San Francisco de Sales en el texto citado: Sabiendo nosotros que Jesús, verdadero Dios, hos ha amado hasta sufrir por nosotros la muerte y muerte de cruz, ¿no es ésto tener tener nuestro corazón bajo un trapiche y sentirlo abrazarnos con fuerza y exprimirnos el amor por una violencia que es entre más fuerte más amable?  Entonces añade: "¿Ah, por qué no nos tiramos pues sobre Jesús crucificado, para morir en la cruz con aquel que ha querido morir por amor a nosotros? Yo lo tendré, debemos decir, y no lo abandonaré jamas  y me quemaré en la flama de su amor. Un mismo fuego consumirá a éste divino Creador y a su miserable criatura.

5.  Mi Jesús se dona todo a mi y yo me dono todo a El.  Y viviré y moriré en su pecho; ni la muerte ni la vida me separarán nunca de El. Oh Amor eterno, mi alma te busca y te elige eternamente.  Ven Espiritu Santo e inflama nuestros corazones con tu dilección.  Oh amar ó morir.  Morir a cualquier otro amor, para vivir en el amor de Jesús.  Oh Salvador de nuestra alma, haz que cantemos eternamente: Viva Jesús a quien amo, amo a Jesús que vive por los siglos de los siglos.

    Era tanto el amor que Cristo sentía por los hombres, que lo hacía desear la hora de su muerte para demostrar el afecto que por nosotros guardaba; y andaba en su vida diciendo: Baptismo... habeo baptizari, et quomodo coarctor usque dum perficiatur? (Lucas 12:50) ¡Yo he de ser bautizado con mi propia sangre y como me siento abrazar de deseo que rápido venga la hora de mi Pasión, para que así con ésta pronto el hombre conozca el amor que le tengo! Y por eso San Juan, hablando de aquella noche en la cual Jesús dió principio a su Pasión, escribe: Sciens Jesus quia venit hora eius ut transeat ex hoc mundo ad Patrem, cum dilexisset suos... in finem dilexit eos (Juan 13:1) Llamaba el Redentor a aquella hora, su hora,  - hora eius, - porque el tiempo de su muerte era el tiempo deseado por El: mientras ahora quería darles a los hombres la última prueba de su amor, muriendo por ellos en una cruz, consumado de dolor.  

6.  ¿Pero quién más ha inducido a un Dios a morir ejecutado en un patibulo, en medio de dos malhechores, con tanta ignominia a su divina majestad? Quis fecit hoc? pregunta San Bernardo, y después respondeFecit amor, dignitatis nescius. Ah, ese amor quando se trata de darse a conocer no va encontrando lo que más conviene a la dignidad del amante, pero a aquello que conduce a manifestarse al amado.  Bien pues tenía razón San Francisco de Paola, a vista del Crucifijo, de exclamar: O carità, o carità, o carità. Y asi todos, mirando a Jesús en la cruz, debieramos, inflamados, exclamar: Oh amor, oh amor, oh amor!
    Ah, que si la fede non nos lo aseguarara, ¿quién jamás podría arrivar a creer que un Dios omnipotente, felicisimo, y señor de todo, haya querido amar tanto al hombre, que parece que ha salido fuera de si para amar al hombre?  ¡Habiamos visto a la misma Sabiduria, osea, al Verbo Eterno, enloquecido por tanto amor que tiene por los hombres!  asi hablaba San Lorenzo Giustiniani: Vidimus Sapientem prae nimietate amoris infatuatum! Lo mismo decía Santa María Magdalena de Pazzi un día en el cual, estando en extasi, toma entre sus manos una imagen del madero del Crucificado, y entonces exclamaba: "Sé Jesús mio que estás loco de amor. Lo digo y siempre lo diré: Loco de amor eres Tú, Jesús mio."

7.  Pero no, dice Dioniso Areopagita (Lib. 4. de Div. Nom.), no es una locura, pero solo el efecto del amor divino, el hacer salir al amante fuera de si para darse todo al objeto amado: Extasim facit divinus amor.

  ¡Oh si los hombres se pararan a considerar, mirando a Jesús crucificado, el afecto que tiene por cada uno de nosotros!  "Y de aquel amor, decía San Francisco de Sales, ¡no quedaríamos nosotros encendidos a vista de las llamas que encontrasemos en el seno del Redentor!" ¿Oh, que ventura poder ser quemado por el mismo fuego del cual quema nuestro Dios?  ¿Y que alegría ser unidos a Dios con la cadena del amor?  San Buenaventura llamaba a las llagas de Jesús llagas que hablandan los corazones más insensatos, y que inflaman las almas mas heladas: Vulnera dura corda vulnerantia et mentes congelatas inflammantia.  ¡Oh cuantos flechas amorosas salen de aquellas llagas, que hieren los corazones más duros!  ¡Oh, que flamas salen del corazón ardiente de Jesúcristo, que inflaman los corazones más fríos!  ¡Oh cuantas cadenas salen del costado herido que atan los corazones más indómitos!


8.  El venerable Juan de Avila, el cual estaba enamorado de Jesús, en todas sus predicaciones no dejaba de hablar del amor que Jesús nos tiene, en su tratado del amor que tiene por nosotros éste amantisimo Redentor escribe que estos abrasados sentimientos, que por ser muy bellos, he querido añadirlos aquí.  Dice Así:

    "Tu, Redentor, amaste el mundo en tal modo, que quien considera éste amor no puede hacer menos que amarte, porque tu amor hace violenzia al corazón, como dice el Apostol:  Caritas... Christi urget nos. El origen del amor de Jesús hacia los hombres es su caridad (amor)  hacia Dios. Por eso dice el Jueves de la cena:  Ut cognoscat mundus quia diligo Patrem, surgite, eamus. ¿Pero dónde? A morir por los hombres en la cruz."



    "No alcanza cualquier intelecto a comprender cuanto arde éste fuego en el corazón de Jesucristo.  Si como le fue pedido que sufriera una muerte, se le hubiera mandado que sufriera miles, el bien tenía amor para sufrirlas todas.  Y eso que le fue impuesto para sufrir por los hombres le fuese estado impuesto sufrir por la salud de uno solo, asi lo hubiese hecho por cada uno como lo hizo por todos. ¡Oh amor divino, cuánto fuiste mayor de aquellos que compareciste! Compareciste grande por fuera, porque tantas llagas y moretones nos predican un gran amore, pero no dice toda su grandeza , pero fue más el de adentro que el que compareció de fuera.  Aquello fue una centella que manó de aqule gran mar de inmenso amor."

    "Este es el mayor signo de amor, dar la vida por sus amigos; pero no es signo que bastó a Jesucristo para expresar su amor."

    "Este amor es aquel que hace salir de si a las almas buenas, y les hace quedarse atonitas cuando se les da a conocer.  Entonces nace el sentir arder las entrañas, el desear el martirio, el alegrarse en el sufrir, el gozar en las parrillas candentes, el caminar sobre las brasas como si fueras rosas, el anhelar los tormentos, el alegrarse de aquello que el mundo teme y abrazar lo que el mundo aborrece."

9.  Dice San Ambrosio que el alma que esta unida a Cristo en la cruz, ninguna cosa tiene por más gloriosa que llevar consigo la insigna del Crucificado,

     "¿Oh, cómo te pagare amante mio este amor tuyo?  Es digno que la sangre se recompense con sangre.  Veame yo con esa sangre teñido en ésta cruz enclavado.  O santa cruz, recibeme ahora en ti.  Ensanchate, coroname, a fin de que pueda meter mi cabeza.  Oh clavos, dejen esas manos inocentes de mi Señor, y traspasen mi corazón de compasión y de amor.  Por eso mi Jesús dice San Pablo que tu moriste: por apoderarte de vivos y muertos, ya no con los castigos, pero con el amor...In hoc... Christus mortuus est et resurrexit, ut et mortuorum et vivorum dominetur (Romanos 14:9)"
      "Oh ladrón de corazones, la fuerza de tu amor ha partido tambien nuestros corazones aunque duros.  Tú has inflamado a todo el mundo de tu amor.  Esta tu cruz es ya una ballesta que hiere los corazones.  Que sepa todo el mundo que tengo el corazón herido.  Oh amor mio dulcisimo, ¿qué has hecho?  ¿Has venido a curarme o me has herido?    ¿Ha venido a enseñarme a vivir y me has dejado como loco?  Oh sabia locura, que yo no viva más sin ti.  Señor, cuando yo miro la cruz, todo me invita a amarte, la madera, la figura, las heridas de tu cuerpo, y sobre todo tu amor me invita a amarte y a no olvidarme nunca de ti. "
     Mas para alcanzar el amor perfecto a Jesucristo, necesitamos medios:
     E aqui los medios que nos enseña San Tomas de Aquino (Opusc. de Dilect. Dei, § 1):

    Por 1°  Tener una memoria continua de los divinos beneficios generales y particulares.
    Por 2°  Considerar la infinita bondad de Dios, que esta siempre haciendos el bien, y siempre nos                      ama, y busca nuestro amor.
10.

    Por 3°  Evitar con diligencia cada cosa minima que le desagrade.
    Por 4°  Renunciar a todos los bienes sensibles de esta tierra: riqueza, honores y placeres de los                         sentidos.
  
    Añade el P. Taulero ser un gran medio ahora para obtener el amor perfecto a Jesucristo y meditar en su santa Pasión. 
     ¿Quién puede negar que la devoción a la Pasión de Jesucristo es de todas las devociones la más útil, la más tierna, la  más querida por Dios, la que más consuela a los pecadores, la que más inflama las almas amantes? ¿En dónde más recibimos nosotros tantos bienes, sino de la Pasión de Jesucristo?  ¿Dónde tenemos nosotros la esperanza del perdón, la fortaleza contra las tentaciones, la confianza de andar al paraiso?  ¿Dónde tantas llamas de verdad, tantas llamadas amorosas, tantos impulsos a mudar de vida, tantos deseos de darnos a Dios, sino de la Pasión de Jesucristo? Tanta razón tenía el Apostol de llamar excomulgado al a quien no ama a Jesucristo.  Si quis non amat Dominum nostrum Iesum Christum, sit anathema (1 Corintios 16:22).
    Decía San Buenaventura que no hay devoción más apta a santificar un alma que la meditación de la Pasión de Jesucristo.  Donde se nos aconseja meditar cada día la Pasión, si queremos avanzar en el amor divino: Si vis proficere, quotidie mediteris Domini Passionem; nihil enim in anima ita operatur universalem sanctimoniam, sicut meditatio Passionis Christi. 

11.  Y antes dice San Agustin cuando se refiere al Bustis; que vale más una lágrima perdida por la memoria de la Pasión, que el ayuno en pan continuado cada semana: Magis meretur vel unam lacrimam emittere ob memoriam Passionis Christi quam si qualibet hebdomada in pane ieiunaret .  Por eso los santos estan siempre más ocupados a considerar los dolores de Jesucristo.  San Francisco de Asis por tal medio se convirtió en Serafin.  Un día fue encontrado por un caballero llorando y gritando con gran voz, le preguntó, ¿por qué?   "Lloro, responde, los dolores y la ignominia de mi Señor, y lo que me hace más llorar es que los hombres, por los cuales ha sufrido tanto, viven sin recordarlo."  Y diciendo esto redoblo las lágrimas. haciendo que él también se pusiera a llorar.  Cuando el santo escuchaba bramar un cordero o veía otra cosa que le recordaba de la Pasión de Jesús, enseguida reanudaba las lágrimas.   Estando una vez enfermo, alguien le dice que si quería que le leyeran algún libro devoto,: "Mi libro, responde, es Jesús crucificado."  
        Escribe Tiepoli: "Quien no se enamora de Dios mirarndo a Jesús muerto en la cruz, no se enamorará jamás."


No hay comentarios.:

Publicar un comentario