martes, 15 de abril de 2025

Ernest Hello -Padre Roger Schutz

 Aquí realmente aprendemos.


Aquí abajo el amor siempre llama al dolor. No es posible amar, amar en serio, amar totalmente, sin exponerse con esto a las mordeduras del sufrimiento. Y, de hecho, la medida del amor es precisamente dada por la disposición a sufrir por quien se ama. 


La cruz, por tanto, es sí misteriosa consecuencia del mal que se anida en nuestros corazones, pero antes aún es el prodigio del amor de Jesús hacia el Padre y hacia nosotros. 

Aprendamos lo que significa amar realmente: no quiere decir abandonarse a veleidades fáciles y a compromisos puramente verbales, no quiere decir buscar la propia satisfacción en la posesión de la persona amada; quiere decir esencialmente donarse, incluso cuando la donación significa renuncia, El trabajo, la inmolación. 


Aprendemos que, si se convierte en expresión del amor, incluso el más humillante de los sufrimientos es precioso, rico de sentido, cargado de una gracia que es siempre renovadora. 

Aprendemos que incluso la muerte, cuando es experimentada, de acuerdo con la voluntad del Padre, como el punto extremo y más alto de la caridad, se convierte no solo en el paso obligado a una condición más alegre e intensa, sino también el comienzo, la razón, la fuente de la victoria de la vida. 


No hay, para nuestra existencia cristiana, lección más alta y más relevante, más difícil y más benéfica de esta que nos viene del Crucificado.




Cardenal Biffi


(Viernes Santo 1990)

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