María está presente, no la busques,
un silencio de paz es su presencia;
no pretendas vanamente una palabra
ni quieras que en el aire se aparezca.
Con fe sencilla abre el Evangelio
y más de lo que dice no pretendas,
la verás en su casa y en la fuente,
la pobre de Israel, en pobre aldea.
Es hija de Abraham como creyente,
y en el Anuncio, sierva se confiesa;
por gracia va a ser Madre de la vida,
si es Madre de Jesús es Madre nuestra.
Ya nace la Mujer del Verbo esposa
Maternidad divina que nos lleva;
el Hijo es sangre amante y redentora
y donde el Hijo está, está con ella.
Quisiera una caricia de mi Madre,
con un destello que mis ojos vieran,
mas bástame la fe y el Evangelio,
que quiero ser consiervo de su escuela.
Te necesito, Madre Asunta en Pascua,
que oigas que te digo ¡Madre buena!,
pues con solo decirlo dulcemente
mi corazón de gozo y paz se llena. Amén.
Autor: Fr. Rufino Maria Grandez de Hermosas Palabras
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