sábado, 31 de marzo de 2012

La intensidad del amor en la intensidad del acto de amor - Tratado de Sor Consolada Betrone



El Acto Incesante de Amor del cual hable Jesús es rezar "Jesús, Maria, os amo, salvad las almas."



La intensidad del amor en la intensidad del acto de amor. 

Este es el tercer requisito para la perfección del amor: dar a nuestro amor la maxima intensidad posible: Ama al Señor tu Dios con toda tu fuerza.   Si ya debemos amar al prójimo como Jesús nos ha amado, tanto más del mismo amor debemos amarlo a El mismo para corresponder a su amor.  La única medida del amor de Dios – dice San Bernardo – es de amarlo sin medida.  El que quiera amar a Jesús “como ninguno lo ha amado más”, que es de todos los santos, debería ser de toda el alma, al menos en el deseo y en el esfuerzo.

Le decía, entonces, Jesús (10 de Noviembre de 1936): Consolada, no debemos solo pensar en evitar defectos, más nuestro esfuerzo debe tender de amar a Jesús hasta la  locura. Yo quiero ser amado por ti hasta la locura.

¡Amar a Jesús hasta la locura! ¿Puede un alma alcanzar tanto? Si, con la gracia de Dios, y esto precisamente Jesús prometía a Sor Consolada (11 de Noviembe de 1935):  Confía, Consolada, Yo soy el Omnipotente y te amo hasta la locura, y también tú me amarás hasta la locura, te lo prometo.

¿Y cual es el medio para alcanzar tan intenso amor? El acto incesante de amor. Un día (22 de Julio de 1936) Jesús hizo sentir a Sor Consolada su urgente invitación: ¡Amame, Consolada, ámame tanto! Y a la demanda de ella de como hacer para ámarle tanto contestó:  con el acto de amor incesante se me ama tanto. En fin todavía otro día después (2 de Agosto): Con el acto incesante de amor tu me amarás hasta la locura.

El secreto está en imprimir a éste acto continuo de amor la maxima intensidad.  Así, en efecto, la Santísima Virgen instruyó a Sor Consolda, como resulta del diario (14 de Julio de 1936): “…En el recreo fue dicho que quien hace más sacrificios ama a Jesús de más. ¡Pensando esta noche en estas palabras a meditación estuve un poco triste, porque yo no hago sacrificios  grandes para Jesús sin embargo el deseo de amarlo hasta la locura es tan intenso! ¿No fui pues una pobre ilusa?...Alcé la mirada, enfrente de mi estaba la estatua de la Virgen Santa y mientras la miraba, un pensamiento reconfortante penetró en mí: La Virgen que cosa más grande hizo en sus años mortals en Nazaret. Sin embargo, ninguna criatura más la sobrepasará en el amor de Dios.  Mientra pensaba en Ella, prometiendome imitarla, intenso: Para amar a Jesús tanto, todo consiste en darle a tu incesante acto de amor toda la intensidad de amor possible.

Qué luego Sor Consoldada, por el incesante acto de amor, amara lo más intensamente posible, se puede deducir del hecho que el propio Dios tuvo que intervenir a frenarla en sus ímpetus amorosos. Le dijo, en efecto, el Divino Padre (29 de Noviembre de 1935): También en tu acto de amor, calma; porque si no procedes con calma, si tú haces violencia al corazón con los impetus, éste, agotado, no podrá más proseguir su canto. No creas que seas menos ardiente, si es más calmado, no asegura la continuidad, ¿has entendido? El amor de por si, es fuego, deja que consuma tranquilamente mi pequeña ostia.  Ama con paz, deja que el amor consuma dulcemente, no con ímpetu, con vehemencia, que te postra y te impide luego alegrarme con tu canto. A respeto la exhortó otra vez Jesús: Ves, Consolada, si tú sigues a amandome con calma, puedes darme este acto incesante;  si tú, a lo opuesto, quieres forzar tu corazón a a,amarme  impetuosamente, serás obligada a parar, no teniendo fuerzas más a proseguirlo.

Necesitaría, por lo demás, reportar gran parte de sus cartas además de las notas íntimas de diario, para comprender el fuego de amor que fue paulatinamente acumulando en el corazón por el incesante acto de amor. Y, en todo caso un hecho que su pobre corazón, demasiado pequeño para contener tanto incendio de amor, también sufrió físicamente.  Una sola cita, 4 de julio1936: "esta noche pude detenerme un poco delante del santo tabernáculo, mi pobre corazón empieza a consumirse y no puede retener los deseos, los saltos de amor. Me sentí invadida por la necesidad infinita de amar a Jesús, que me ama hasta la locura, con amor de igual locura, y sentí que para repetirle a Jesús los deseos infinitos de amarlo, era otro corazón en el mío:  ¡el Corazón Divino! ¡Éste pudo erguirse en el infinito sin derribar la naturaleza!"[70].

Nota:

[70] Sobre como la intensidad de amor por Dios, en otros casos de santidad cristiana, pueda "consumir" en breve la criatura, es emblemática la historia de Paisia, pecadora convertida y fallecida de amor, en cuanto "su penitencia de una hora fue más agradable a Dios de aquella que otros hacen por largo tiempo. Porque no lo hacen como con tanto fervor como ella." Cf.  Vida y dichos de los padres del desierto. La historia de Paisia impresionó fuertemente incluso a Santa Teresa de Lisieux.

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