lunes, 8 de agosto de 2011

Rezar





De niña solía platicar con Dios.  Acostada en mi cama, cuando las luces se habían apagado, ya había rezado con mi mamá, me había persignado y habíamos cantado buenas noches a Jesús.  A veces mi mamá me pedía que yo rezara una oración a la Virgen María que aprendí en el catecismo.  Estaba muy orgullosa de mi por eso y ella hacia como que no se la sabia y yo se la enseñaba.  Me cobijaba, me besaba y apagaba la luz.  Y entonces, ya que todos dormían, platicaba, no recuerdo la exactitud de mis palabras, pero era una plática de amigos, y así crecí platicando con Dios.  Conforme fui creciendo fui perdiendo la costumbre de todos los días, pero de vez en cuando me ponía a platicar con Dios.  No conocía de santos, excepto a San Francisco de Asís, y no entendía porque las personas no se acercaban directamente a Dios, dada la familiaridad que yo tenía con El.  Rezar para mi era platicar con Dios, rezarle a la Virgen y rezar el rosario al  Niño Dios en Navidad.  Ya en mi adolescencia entre a un grupo de jóvenes franciscanos y aprendí a cantarle a Jesús y a Panchito (San Francisco de Asís) también.  Una vez al mes el grupo visitaba al Santísimo después de misa y le cantábamos por espacio de una hora, era una experiencia totalmente única, y aunque el Santísimo no estaba expuesto se podía sentir la presencia de Jesús entre nosotros, era una felicidad completa, en ese momento solo éramos El y nosotros, el mundo esperaba afuera.  Era también especialmente sublime alabar a Dios a dos coros durante la reunión  como lo hacia San Francisco de Asís.  Y cuando era debido, el Angelus.  Después emigré a Estados Unidos, deje de asistir a misa, pero mis pláticas con Dios y los rosarios en Navidad seguían presentes, aunque agregue rezarle a la Santísima Virgen María, y en mi inocencia a pedirle me despertara cada mañana, pues batallaba para hacerlo, pero después que empecé a pedirle aquella sencilla petición no había mañana que no despertara puntualmente.  Años después mi hermana me regaló un diario, el cual leía al frente “I can do everything through Him that gives me strength”, Phillipians 4:13, yo lo escogí.  Para ese tiempo ya no platicaba con Dios por las noches, y como nunca había tenido un diario se me hacia raro escribir “Querido Diario”, así que decidí escribirle a Dios.  Lo hice por espacio de un año, y era más que nada tema de adolescentes, pero ahí podía hablar con El, desahogarme, pedirle cosas de adolescentes, darle gracias.  Después deje de hacerlo, me había enfadado con Dios por asuntos de salud.  Pero mi alma anhelaba a Dios, me sentía muy desdichada, y gracias a Dios, fue en ese año que se formaron grupos de Discípulos Misioneros en la iglesia, y uno se reunía precisamente en la casa vecina.  Así que empezamos a asistir mi mamá, mi hermana y yo.  Era muy parecido a una reunión franciscana, eso me ayudo mucho a acercarme a Jesús, a partir de eso entre al coro de la iglesia, y después al grupo de Jóvenes Guadalupanos de la parroquia.  Fue gracias a la Virgen de Guadalupe que pude dejar mi enojo y acercarme a Jesús. Y en el coro aprendí que cantarle a Dios es rezarle dos veces.  Años más tarde  entre a otro grupo de jóvenes adultos (mayores de edad).  Allí aprendí a rezar en grupo, a hacer oración en voz alta.  Y fue un sacerdote que me abrió los ojos en Misa : dijo “la oración mas bella que se le puede hacer a Dios es la Santa Misa.”  Ahora comprendo que rezar es poner tu confianza en Dios, no importa si la oración es espontánea o aprendida, es acercarte a El de todo corazón, darle espacio en tu vida.  Y recordemos que lo que no sabemos pedir lo pide el Espíritu Santo por nosotros.  Y que decir de los santos, personas que están en la presencia de Dios, y en quien Dios se complace y por ello podemos pedir su intercesión ante Dios Padre, al igual que a la Virgen María.  Y a Dios Hijo, Jesús, que no recibiremos pidiendo en el nombre de Jesús, que dio su vida por nosotros.  Y hay que aprender a rezar como Jesús, con entera confianza en Dios y dando  gracias por habernos escuchado.  Y claro esta, también con el Padre Nuestro que Jesús nos enseño, que es a su vez alabanza y petición de lo que debemos pedirle a Dios Padre. 

Oración según la Enciclopedia Catolica:

Proclamación y elevación a Dios de plegarias, peticiones y acción de gracias. Para los judíos del AT era muy importante la oración pública y el reconocimiento de los presentes. Cristo nos enseña a orar en el Sermón de la Montaña, regalándonos el Padrenuestro que es compendio de todo el Evangelio. María nos enseña a orar en acción de gracias con el Magnificat. La Iglesia Católica hace profesión de fe mediante la proclamación del Credo en cualquiera de sus dos versiones: símbolo de Nicea-Costantinopla o Credo de los Apóstoles. Ello no significa que la oración ha de estar supeditada a símbolos establecidos. El momento de orar es el de mayor intimidad con Dios, por tanto, el modo de orar siempre será subjetivo y adaptado al momento y circunstancias personales.

Oración segun Afraates:
"Enseñanza de Afraates -Siria sc.IV.sobre la oración. Según este antiguo «Sabio», la oración se realiza cuando Cristo habita en el corazón del cristiano, y lo invita a un compromiso coherente de caridad con el prójimo. En efecto, escribió: «Consuela a los afligidos, visita a los enfermos, sé solícito con los pobres: esta es la oración. La oración es buena, y sus obras son hermosas. La oración es aceptada cuando consuela al prójimo. La oración es escuchada cuando en ella se encuentra también el perdón de las ofensas. La oración es fuerte cuando rebosa de la fuerza de Dios» («Exposición» 4, 14-16)."

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