lunes, 16 de mayo de 2011

Flores A la Virgen






Uno de los recuerdos más  bellos de mi infancia es el ir ofrecer flores a la Virgen María.  “Ave, Ave, Ave María, Ave, Ave, Ave María.” Cantaban las señoras, mientras las niñas, la mayoría vestidas de blanco ofrecíamos las flores al pie de la virgen.  La iglesia a la que asistía es hermosa, con sus pinturas de siglos anteriores y su piso de madera que hacia resonar nuestros pasos avisando que las flores llegarían sin falta hasta la Virgen en el mes de mayo.  Siempre se cantaba el mismo canto, después rezábamos  el Ave María y se repetía  el ofrecimiento de flores y el canto. Aun recuerdo el olor de las flores, el agua que olía  a sus tallos.  Y así era cada día en el mes de Mayo, mes lluvioso por el que algunas veces nos quedamos inundadas en la iglesia, esperando que el agua de la calle bajara, o que nos vinieran a recoger en un carro.  Así era el mes de Mayo de mi infancia, dedicado a la Madre de Dios y Madre Nuestra. Años más tarde supe que el canto era alegórico a las apariciones de Fátima de Nuestra Señora a tres pastorcitos en Fátima, Portugal.  También tuve la dicha hace años de poder repetir esa vivencia con niñas de mi parroquia en Estados Unidos.  Aunque ya no era niña, cantábamos otro canto y yo coordinaba, uno de los sueños que pude ver cumplidos para la Virgencita, sueño donde aprendí que cada Ave María es una rosa para la corona de la Virgen María en el cielo.

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