Este domingo Jesús nos pide que nos esforzemps por entrar por la puerta angosta al Reino de los Cielos. Pues dice que hay otra puerta más ancha por la que muchos entran y se pierden, que es la puerta del mundo. Nos dice el diacono que Jesús mismo es esa puerta angosta, pues ya nos dijo que Él es el camino, la verdad y la vida. Osea que si queremos entrar por la puerta angosta tenemos que ser como Jesús, hacernos pequeños, humildes como Jesús, que se digno hacerse hombre para darnos la salvación por medio de su sacrificio en la cruz, así, humildes podremos entrar por esa puerta angosta. Y en qué consiste esa humildad? Pienso que en obedecer al Padre e imitar a Jesús, haciendose servidor de todos. No caigamos en la falsa humildad, que leía hace poco no viene de Dios sino del maligno que quiere alejarnos de Dios queriendo que pensemos que no hay perdón para nosotros por los pecados cometidos. En cambio la humildad que viene de Dios, si nos muestra los pecados cometidos sin olvidar que Dios es misericordioso y que todos necesitamos de su misericordia, es decir, que todos necesitamos de su perdón que nos otoga Jesús en el sacramento de la reconciliación. Y no solo su perdón, sino que tenemos que reconocer que necesitamos a Dios, en todos los aspectos de nuestra vida. Como nos decía el diacono, Jesús es el camino de la bondad, del amor, de los sacramentos de la iglesia. Ojala y al final de nuestros días Jesús nos reconozca y no nos cierre la puerta, esfozemonos pues en ser humildes e imitar a Jesús, como diría San Francisco de Asís, en ser Evangelio viviente.
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