Espero no pecar de presunción con lo que voy a escribir. Suelo tener una fe inquebrantable, a pesar de los problemas de la vida, suelo mantenerme tranquila, tal vez vestigios de lo que queda de mi inocencia nata. Sin embargo, hay veces que cuando veo que se avecina la tormenta y veo que Jesús duerme en mi barca, hay veces que si me alcanza la incertidumbre, y empiezo a preocuparme por mi porvenir. Es ahí cuando el maligno se aprovecha y me sugiere un sin fin de cosas que no le agradan a Dios. Pero, a pesar de todo vuelvo a mi barca, y me doy cuenta que aunque parezca dormido, Jesús esta conmigo, quien sabe, tal vez sueña en como sacarme de mis problemas y cuando despierte y aún con su sola presencia, calma la mar y la tormenta se convierte en una pequeña lluvia. No desesperes, las tormentas ponen a prueba nuestra fe, pero recuerda que Jesús está al mando, El lleva el timón de la barca, y no dejará que te hundas.
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