domingo, 6 de agosto de 2023

Dignidad

 Todos somos hijos de Dios. Y como hijos de Dios todos tenemos una dignidad propia.  Ayer un señor nos dió una lección de dignidad.  En los Estados Unidos es común ver a veces afuera de los supermercados o las iglesias por lo general hombres pidiendo una ayuda porque acaban de llegar de su país.  En esta ocasión, estaba un señor afuera de una tienda, parado contra la pared, pues le habían cortado un pie hasta la altura de la rodilla.   Al pasar junto a él nos pidió ayuda, pero como no traíamos dinero en efectivo mi hermana le dijo que saliendo de la tienda le dariamos algo.  El señor se quedó afuera con sus muletas y nosotros entramos a la tienda.   Sin embargo, no nos pudieron dar dinero en efectivo en la tienda pues no había opción para pedirlo en la caja registradora.  Gracias a Dios mi hermana traía un poco de dinero y fue lo que le dimos al señor.  Pero tuvimos la no brillante idea de ofrecerle una agua fresca que habiamos comprado, pues el señor estaba afuera y ya hacía calor aunque era por la mañana.  El señor muy educadamente nos explicó que esta cuidandose de la azúcar y que no podía aceptar el agua fresca.  Mi hermana se ofreció a comprarle otra cosa, pero el señor nos dió las gracias y nos dijo que no, que él después se compraba algo.  Así que le dimos los buenos días y nos fuimos.  Ya en el carro, le dije a mi hermana que seguramente el señor tiene diabetis y por eso perdió su pie.  Y me quedé pensando que es un hijo de Dios que se vió en la necesidad de pedir ayuda, pero no por eso va a aceptar algo que le hace mal a su salud.  Dios lo proteja a él y a todas las personas que pasan necesidades.  También recordé, ya que me sentí mal de no poder ayudarlo con más, que también todos podemos ayudar a nuestros semejantes, si no es con dinero, con una sonrisa o con una palabra de aliento y por qué no, con un abrazo.

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