jueves, 25 de agosto de 2022

Reseña de una fiesta

 Se que tal vez hago mal en escribir aqui sobre esto.  Pero, nadie es perfecto, mucho menos yo.  Después de sentirme tan mal por vestirme escotada en la iglesia hubo dos acontecimientos en mi vida.  Especificamente dos fiestas de baile y cena.  Como ha pasado tanto tiempo que no me arreglaba para una fiesta, decidí comprarme un vestido juvenil.  El vestido era rosa, my coqueto, sin embargo, el día de la fiesta se llegó  y cual fue mi sorpresa al ver mi pecho al descubierto, bueno un poco, pero más de lo que hubiera deseado.  Sin embargo, me sentía bonita, en mi años de juventud, solía vestirme asi, por lo menos en los últimos años de mis veintes.  La fiesta era más que nada familiar, pero había algunas personas pertenecientes a la iglesia.  Me dio tanta pena que pase casi toda la noche sentada en mi mesa.  Apenas baile una canción.  Por alguna razón estaba molesta.  No pude hace conversación con nadie.  Dos semanas después hubo otra fiesta familiar de baile y cena.  Desenpolvé un vestido muy femenino de encaje que tenía años sin usar.  Y bien?  Otro vestido escotado!  Para esto ya me había hecho a la idea de que no era tan escotado.  Días después, me dí cuenta por las fotos que en efecto, mi vestido era demasiado revelador.  No se si volvere a vestirme así.  No se si es pecado vestirme asi.  Y como no lo se, no lo confesé como pecado.  Pero el sacerdote me dijo unas palabras que me hicieron sentir mejor:  "nadie es digno, Dios nos hace dignos."  Y esto porque le comenté que me sentía indigna de servirle a Dios y que había pensado en dejar de hacerlo.  Bien, este domingo es mi turno de proclamar, me presentaré como me debo presentar delante de Dios y recordaré que se vale sentirse joven, lo que no se vale es ofender a Dios en su templo (corrección: debemos tratar de no ofender a Dios bajo ninguna circunstancia).  Y bien, mi vestido verde es lo suficientemente modesto.  Demos gracias a Dios por amarnos, a pesar de nuestras faltas y defectos, y permitirnos ser instrumentos de su amor, porque de una u otra manera Dios nos hace parte de una misión.

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