Es extraño como ocurren las cosas. Confieso que estaba un poco preocupada por como me sentiría al estar otra vez en el ambón después de mis vestidos escotados. Y confieso que después del primero, el que lleve a la iglesia, no sabia realmente como vestirme para la iglesia. Estaba un poco confundida. Tal vez me pueden juzgar de escandalosa, pero en realidad, me preocupaba quedar como hipocrita delante de Dios y pues de su pueblo que va a misa. Resulta que por causas de fuerza mayor, no pude asistir a misa. Tendré que confesarme otra vez, porque faltar a misa es pecado. Tal vez esta vez si confiese que falté al pudor y a la modestia que llevaba practicando por tantos años. Dios me perdone.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario