La semana
pasada falleció un tío mío. Este lunes
fue su velorio. Lloré. Durante el velorio se presento un diacono y
hubo algo que digo que se supone ya sabía, pero que él en voz casi poética nos lo
dejo saber. Debemos parecernos a Jesús, en
todo, hasta en la muerte. Nos explico
que cuando nos bautizamos simbólicamente morimos y resucitamos con Jesús. Pero lo que más se me grabo fue que al igual
que Jesús cuando somos bautizados Dios Padre dice como dijo con Jesús “Este es
mi hijo muy amado”, y agregó que ojala y por nuestras obras también pueda decir
“en quien tengo todas mis complacencias,” pero que El nunca deja que llamarnos
hijos amados. Que bello sería parecerse
en todo a Jesús, hasta en la muerte. Y sobre todo, en la resurrección a la vida
eterna.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario