La semana pasada, el sábado en anticipo de semana santa he
salido de mi casa, y esperando a mi hermana a la puerta, he descubierto una
mariposa que revoloteaba en torno a mi.
La he observado por un buen tiempo, pero volaba tan rápido que he dicho “pero
no vueles tan rápido, no te puedo ver”.
Y Dios que nos regala momentos para alabarlo, me ha hecho un
regalo: al levantar mi mano para decirle
que vuele más despacio, la mariposa me ha tomado por sorpresa y ha detenido su
vuelo sobre la punta de uno de mis dedos.
Una gran sonrisa se ha dibujado en mis labios, y he estado asi un buen
tiempo con miedo a moverme por no espantarla.
Y aunque estaba paradita sobre mi dedo podia sentir que se movia, sus
alas nunca dejaron de moverse aunque no las abría tanto. He estado así tal vez uno o dos minutos hasta
que mi hermana abrió la puerta. Entonces
retornó al vuelo. Me sentía féliz,
porque esa tarde, me confesé y pensé que tal vez éste es el comienzo para una nueva vida, para un nuevo vuelo,
como el de esa mariposa. Y es que es la
primera vez que me pasa algo asi, aunque he estado varias veces en un jardín de
mariposas, con la ropa más brillante, y nunca una mariposa me había hecho tal
honor. Y este domingo de Pascua, he
recordado lo que aprendí en una joyería, si a veces en los lugares menos
esperados aprendemos algo, en esta joyería tienen una explicación de los
diseños que usan. Y uno es la mariposa,
que según leí es un simbolo de la resurrección.
Así como la mariposa cambia de cuerpo, así también el cuerpo en la
resurrección, se glorificará, como el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. Nos decía el Padre esta semana, que hay que
ver más allá del sepulcro, más allá del dolor, Cristo, ¡Jesús está vivo! No hay
que estar tristes. Todos moriremos algún día, pero igual que una mariposa sale
de su crisalis convertida en mariposa, también nosotros resucitaremos a una
vida nueva, una vida donde la muerte no existe.
Y es que en verdad, la muerte es solo parte de la vida, si vivimos en
esa esperanza, si creemos, si vivimos en Cristo, recusitaremos en Cristo. Gracias a Dios, a esa mariposa y a las sabias
palabras de nuestro sacerdote, he tenido una feliz Pascua. La cruz ha sido glorificada por Cristo, en su
amor. El sepulcro esta vacío. ¡Jesús ha resucitado!
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