lunes, 21 de julio de 2025

La Limosna

 Hace mucho tiempo, en Inglaterra, una damisela envuelta en un vestido rasgado caminaba por las calles de un pueblo, llamando a las puertas de las casas y pidiendo limosna. Muchos le dirigían palabras ofensivas, otros incitaban al perro a que la dejara escapar. Alguien vertía en su regazo trocitos de pan enmohecido y patatas podridas. Solo dos ancianos dejaron entrar a la pobre mujer.

«Siéntate un poco y calientate», dijo el anciano, mientras su mujer preparaba un tazón de leche caliente y una gran rebanada de pan. Mientras la mujer comía, los dos ancianos le dieron algunas palabras y un poco de consuelo.

Al día siguiente, en esa aldea, ocurrió un acontecimiento extraordinario. Un enviado real llevó a todas las casas una tarjeta que invitaba a todas las familias al castillo del rey. La invitación provocó un gran revuelo en el pueblo, y por la tarde todas las familias, vestidas con los vestidos de la fiesta, llegaron al castillo. Fueron introducidos en un imponente comedor y a cada uno se le asignó un asiento.

Cuando todos se sentaron, los camareros comenzaron a servir los platos. Inmediatamente se levantaron de un murmullo de disgusto y cólera. Los diligentes camareros de hecho vertieron en los platos pieles de patata, piedras, trocitos de pan enmohecido. Solo en los platos de los dos ancianos, sentados en un rincón, se depositaban con garbo alimentos refinados y platos exquisitos. De repente entró en la sala la doncella con los vestidos rasgados. Todos se callaron. «Hoy - dijo la mujer - habéis encontrado exactamente lo que me ofrecisteis ayer».

Se quitó la ropa desaliñada. Debajo llevaba un vestido dorado. Era la Reina.

Un hombre rico llegó al cielo. Primero dio una vuelta por el mercado y con sorpresa vio que las mercancías se vendían a precios muy bajos. Inmediatamente agarró su cartera y comenzó a ordenar las cosas más bellas que veía.

En el momento de pagar le entregó al ángel, que hacía de vendedor, un puñado de billetes de gran valor. 

El ángel sonrió y dijo: "Lo siento, pero este dinero no tiene ningún valor".

"¿Cómo?" se sorprendió el rico.

"Aquí solo vale el dinero que en la tierra ha sido donado", respondió el ángel.


- Don Bruno Ferrero

De "Cerchi nel Acqua"

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