Les confieso que mis animales favoritos son las aves. En especial los pequeños pajaritos que cantan entre los árboles. Ellos cantan a su creador, lo sé. Pero, a mi me recuerdan a Dios por otra razón. Siento que Dios nos habla de distintas maneras, en las escrituras, en la naturaleza, en la sonrisa de un niño, en la voz sabía de un anciano, en los ojos de alguién que no tiene techo para resguardarse del frío, del calor y de la lluvia, y también en el canto de un pajarito. Los pajaritos me recuerdan a Dios porque puedo escucharlos y sin embargo no puedo verlos. Se esconden entre las ramas de los árboles ocultos a mi vista, como Dios. A excepción de las mañanas de invierno. Acabo de salir a tomar un café en el jardín trasero de mi casa y pude escuchar su canto. Sin embargo, a falta de hojas en los árboles, quedaron al descubierto ante mis ojos. Y pensaba que así es la vida a veces. Dios trata de hablarnos, de hacerse presente en nuestras vidas, pero por las hojas frondosas de nuestro árbol de la vida no podemos verlo y pasamos de largo ignorando su llamada. Sin embargo es en nuestros días de invierno que podemos ver claramente al Señor, que lo sentimos más cercano, que le ponemos más atención, como cuando se nos presenta una dificultad, una enfermedad, un problema. Es cuando nos damos cuenta que Dios siempre ha estado a nuestro lado, tal vez oculto por nuestra propria ceguera espiritual. Si, me encantan los árboles frondosos de verano y primavera, pero los árboles sin hojas me han recordado como en mi propria enfermedad Dios se me presentó en un libro, en una biblia, en un diario, en unos dibujos. Pero gracias a Dios mi enfermedad quedó átras, solo espero a El no perderlo nunca de vista. Como dice un canto popular:. "Lo puedes mirar si miras al que tienes al lado, lo puedes sentir muy dentro de tu corazón."
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