sábado, 30 de enero de 2021

Los Frutos de la Mandarina


 

Hoy recogí los últimos frutos de la mandarina de la que hablé ya en otra ocasión.  La foto de arriba muestra tan solo un par de los frutos que dió.  La foto es de meses átras.  Yo me encargué de regar la mandarina desde la primavera.  Vi crecer sus frutos desde que solo erán flores.  Y desgraciadamente también vi como una plaga hizo nido en sus hojas.   No me comparo con Jesús pero me recuerda la parabola del viñador.  Jesús en mi lugar habría regado la mandarina todos los días, y de hecho mandó lluvia cuando yo no la regué.  Me imagino lo triste que se hubiera sentido, aún más que yo al descubrir la plaga.  La tristeza que debe sentir al descubrir que hemos adquirido malos habitos, que volvemos a pecar haciendo daño a nuestra alma.  De hecho, él esta lleno de gracias para nosotros en cada comunión con El.  Pero algunos no reconocen su presencia en la Ostia Consagrada y no lo reciben ni reciben todas las gracias espirituales que El tiene como lluvia para nuestra tierra árida.   Tenemos que ser receptivos para que el Señor Jesús actué en nosotros.  Hay algo que tal vez nunca le  pasaría a Jesús como viñador pero a nosotros sí, si descuidamos nuestra alma.  Hoy recogí los últimos frutos de la mandarina, excepto uno que cayó por mi descuido.  Y pensé que debemos poner atención a lo que hacemos por Dios en esta vida y tal vez en nuestra vida en general: recoger a tiempo la cosecha, es decir, ofrecer a Dios todo lo que hacemos, ponerlo en sus manos, gozar de los frutos, disfrutar por ejemplo de nuestras oraciones y ser más constantes en ellas, no sea que caigan de la rama y ya no podamos disfrutarlas ni ofrecerlas a nuestro Señor.  A mi me dió tristeza haber perdido esa mandarina.  Pero ya no podía levantarla para comer.  Sin embargo, así como hay tiempo de cosecha, también hay tiempo de volver a empezar y una nueva primavera llegará a nuestras vidas.  Así que habrá nueva cosecha.  Abonemos, regemos y podemos a nuestra alma como si fuera un árbol frutal y llenemosla de frutos buenos. Que el Santo Viñador encuentre muchos frutos de amor.




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