martes, 25 de diciembre de 2018

El Regalo



En los ornamentos del árbol de navidad, poseo un adorno que me regalo mi papá cuando aún era adolescente.  Se trata de una pequeña calabaza hueca en cuyo interior hay un pesebre con Jose, María, un burrito o caballo y por supuesto: Jesús.  Sobre la calabaza hay una estrella dorada y un coljigue para colgarla del árbol.  Es un adorno muy sencillo, pero que atesoro mucho porque me lo dio mi papá y me parece muy hermoso.  La foto superior muestra el adorno en el árbol.  Confieso que años átras mi hermana y yo soliamos pelear a la hora de adornar el árbol de Navidad, porque yo quería que saliera perfecto, o bueno, a decir verdad a mi gusto.  Ahora ya no peleamos, aunque soliamos hacerlo también por el nacimiento del Niño Dios.  Hasta que entendí que Jesús no pide un árbol o nacimiento espectacular, hasta que comprendi la humildad en la que habia nacido, El, en un pesebre, entre animales de granja, el siendo el Hijo de Dios.  Y esta mañana en misa mientras observaba a la Sagrada Familia enfrente del altar, note que habian puesto ahí un regalo.  Humana que soy la primera idea que se me vino a la mente fue ¿Y si fuera para mi?  Era un regalo blanco con un gran moño plateado.  Y curiosa imaginaba que podía tener dentro y hasta me dieron ganas de ir a abrirlo.  El regalo estaba colocado justo enfrente del Niño Dios, del pequeño Jesús.  Y de pronto, sentí que me enamoré, si ¡estoy enamorada!  Lo que Dios en ese momento me inspiró fue que ese regalo era Jesús mismo que habia nacido para salvarme, como dice una canción no religiosa "el regalo más grande", si, Jesús es el mejor regalo de la Navidad, nace para ti, para mi, para todos, y ¡es Dios!  Entonces senti una gran tristeza, y lloré, porque celebramos su nacimiento, pero ¿dónde esta su regalo?  Y El siendo Dios Hijo, por quien fue creado el universo, como leí en la segunda lectura, ¿qué le puede faltar?, El que se encuentra rodeado de gloria y majestad en el cielo y que reina por la eternidad.  Mis lágrimas volvieron a tocar mis mejillas, ¿qué te puedo dar? me preguntaba.  Y Dios me inspiró otra vez, en ese momento decidí entregarle mi corazón, que es lo más preciado que tengo y que creo que es lo que realmente desea de nosotros, un corazón que El pueda moldear y que lo ame.  No se si ya estaba enamorada de Jesús, pero hoy con lágrimas en los ojos me volvi a enamorar de El.  Espero y mi regalo sea de su agrado.  Espero y muchos corazones lo dejen entrar en ellos y pueda hacer ahi su morada como lo hizo hace más de dos mil años en aquel pesebre en Belen.

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