A la Virgen María en griego en las tradiciones orientales se le conoce como "Theotokus", osea traducido literalmente "Madre de Dios". Ayer leí una explicación por parte de EWTN sobre este tema. Explica la maternidad de cualquier madre es sobre todo nuestro ser, osea, a pesar de que somos cuerpo y somos alma no tenemos una madre para nuestro cuerpo y otra para nuestra alma. Al igual María, al haber engedrado al Hijo de Dios, que es verdadero Dios y verdadero hombre, Jesús, María es madre de todo su ser, y por consecuencia es Madre de Dios.
He aquí una traducción de la explicación dada por James Cardinal Gibbons, Arzobispo de Baltimore de 1877 a 1921. Y publicada por EWTN en inglés en un mensage electrónico de una novena que me llegó a mi correo:
Cuando llamamos a la Virgen Santísima la Madre de Dios, afirmamos nuestra creencia en dos cosas: Primero - que su Hijo, Jesucristo, es verdadero hombre, de lo contrario ella no era una madre. Segundo - Que Él es verdadero Dios, de lo contrario ella no era la Madre de Dios.
En otras palabras, afirmamos que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, la Palabra de Dios, quien en su naturaleza divina es desde toda eternidad engendrado del Padre, consubstancial con él. Él fue engendrado de nuevo en la plenitud del tiempo, por haber nacido de la Virgen, tomando así a sí mismo, desde su seno materno, una naturaleza humana de la misma sustancia que la suya.
Pero se puede decir que la Santísima Virgen no es la Madre de la Divinidad. Ella no tuvo, y no pudo tener, ninguna parte en la generación de la Palabra de Dios, porque esa generación es eterna; su maternidad es temporal. Él es su Creador; ella es Su criatura. Haz de ella, si quieres, la Madre del hombre Jesús o incluso de la naturaleza humana del Hijo de Dios, pero no la Madre de Dios.
Responderé a esta objeción formulando una pregunta. ¿La madre que nos parió tuvo alguna parte en la producción de nuestra alma? ¿No fue esta parte más noble de nuestro ser obra de Dios solo? Sin embargo, ¿quién soñaría por un momento con decir "la madre de mi cuerpo" y no "mi madre?"
La comparación nos enseña que los términos padre e hijo, madre e hijo se refieren a las personas y no a las partes o elementos de los cuales están compuestas las personas. Por lo tanto, nadie dice: "la madre de mi cuerpo," "la madre de mi alma"; pero en todo bien "mi madre," la madre de mí que vivo y respiro, pienso y actúo, una en mi personalidad, aunque uniendo en ella un alma creada directamente por Dios, y un cuerpo material derivado directamente del vientre materno.
De la misma manera, en la medida en que el sublime misterio de la Encarnación puede ser reflejado en el orden natural, la Santísima Virgen, bajo la sombra del Espíritu Santo, comunicando a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, como lo hacen las madres, una verdadera naturaleza humana de la misma sustancia con su propia, es por tanto realmente y verdaderamente Su Madre. Es en este sentido que el título de Madre de Dios, negado por Nestorio, fue reivindicado a ella por el Concilio General de Éfeso, en 431; en este sentido, y en ningún otro, la Iglesia la ha llamado por ese título.
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