Su Nombre es el destello de su ser,
y lleva una virtud que todo sana;
de adentro fluye vida, intimidad
que al nombre de Jesús nos la contagia.
Si toco su vestido sanaré,
decía la mujer tan maltratada,
y al punto fue sanada de aquel mal
cuando tocó la fimbria de su capa.
Y así ese Nombre cae sobre mí
y llega al corazón que ardía en llamas,
se hará total la paz y la armonía
y surgirá pujante la esperanza.
Su Nombre yo lo escribo en mis papeles
y es escudo de alcurnia inmaculada;
su Nombre yo lo traigo en mi cartera
presencia que me ampara y acompaña.
Su santo Nombre al pecho no es tatuaje,
que más adentro es válvula que lanza
la sangre al corazón que va y circula
por todo el cuerpo vivo derramada.
Su Nombre es Sacramento de Dios vivo,
presente primavera floreada,
dulzura la más dulce y exquisita,
por ser carne de Dios, allí encarnada.
¡A ti, Jesús, nombrado entre los hombres,
rendimos los amores con palabras,
Jesús, Jesús, Jesús diremos siempre,
ahora y cuando sea tu llamada! Amén.
De Fr. Rufino María Grandez
Tomado de Las Hermosas Palabras del Señor
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