El Aviso
El camino que conducía a la iglesia atravesaba el pueblo. La anciana la recorría con ojos bajos haciendo alguna plegaria mientras de sobres miraba a la gente, como todos los días. «Jóvenes.. Borrachos... desvergonzada... sucia... holgazana... ».
Se apresuró a encontrar la paz de la oración.
Ese día llegó a la puerta de la iglesia y la encontró cerrada.
Llamó. No pudo hacer nada. Vio una nota pegada con cinta adhesiva.
La leyó. Decía: «Yo estoy ahí fuera».
- Don Bruno Ferrero -
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